AQUEL VIEJO EQUIPO DE COLABORADORES DEL PIBITO PELAEZ QUE YA DABA QUE HABLAR |
Corría el año 2002. En la temporada veraniega el super prime del Aconquija, en Tucumán, era un clásico. La cita obligada para los mejores pilotos del centro y noroeste argentino.
Allí fue Pablo Peláez, que venía de asombrar en algunas competencias regionales del NOA.
Llegó como uno más, al comando del Gacel 1.8 de la Clase A7, navegado por Rubén Coronel y la asistencia mecánica de “Luchi” Coronel y sus sobrinos.
Las consideraciones previas, en un tramo montañoso y veloz, apostaban a la experiencia de los catamarqueños Enzo y Gustavo López, Oscar Figueroa, los tucumanos Rubén Pozzo y Cristian Langhe y pilotos santiagueños.
La sorpresa llegó sobre el final. Quedaron para definir Enzo López, con un VW Gol última generación para la época y Pablo Peláez con el Gacel.
Las fichas copaban la parada a favor del catamarqueño, máxime si se tenía cuenta que en la pasada inicial había superado por un segundo y medio al santiagueño.
Y ¡vaya sorpresa!, Peláez rompió los relojes y logró aventajar por 2 segundos a López, para imponertse en la clasificación general y su clase.
En la entrega de premios, entre el desconcierto generalizado, surgió en forma expontánea: “¿quién es Pablito Peláez?". Apenas tenía 17 años y ya se imponía entre los grandes del rally en esta parte de la Argentina. Allí comenzó a surgir la figura del exitoso piloto nacido en Santiago del Estero.
Se puede decir que fue la antesala de lo que ocurrió a fines de ese mismo año: la conquista del primer título Argentino en la Clase A 7.
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