A MODO DE PRESENTACION

No hay recetas mágicas. Tampoco tácticas y estrategias que se puedan elaborar en una oficina. Hay que proponerse y animarse, con fé, alegria y esperanza. Sin miedos, dejando de lado la cultura del temor. Superando el "no se puede" y recuperándose ante la adversidad. En la vida y en el deporte, jamás debemos olvidar ni renegar de nuestros orígenes. Saber quienes somos, a donde vamos y a donde queremos llegar, con humildad y sacrificio. Pablo Peláez

sábado, 2 de junio de 2012

CONDICIONES INNATAS DE PABLO PELAEZ

¡UN PIBE! ERA PABLITO PELAEZ Y YA GANABA
¿El deportista nace o se hace?. El interrogante y la controversia de siempre en materia deportiva. Una discusión que se mantiene a través del tiempo, en lo que concierne a deportistas de alto rendimiento y exigentes competencias.
La mayoría opina que el deportista tiene características innatas, de manera que su formación consiste en encontrar los recursos y el medio adecuado para que desarrolle y ejerza sus facultades.
Incluso, se sostiene que si el deportista no tiene esas características genéticas, jamás alcanzará sus objetivos, aún cuando inviertan fuertes sumas de dinero en su entorno.
Se puede decir que Pablo Peláez trae de la cuna sus condiciones innatas, que fueron perfeccionándose a través del tiempo y le permitieron la conquista de cuatro títulos sudamericanos, un argentino, dos mundiales, la Copa de las Naciones Unidas y otras tantas reflejadas en sus vitrinas con más de un centenar de carreras ganadas.
En su niñez, los juguetes preferidos, además de la pelota de fútbol, fueron los autos. La adrenalina lo acompañó siempre. Inicialmente en competencias de velocidad en atletismo y más tarde en su bicicleta “cromada” de montanbike, que supo comprar con sus ahorros y armar con sus propias manos.
Compañero inseparable de su padre Eduardo, a los 13 años se subió por primera vez en un auto de rally, de navegante en un VW Gol y en un VW Gacel con el que ganó su primer provincial.
El momento de ocupar la butaca de piloto llegó en forma temprana, casi inesperada y así comenzó una brillante trayectoria, siempre con el apoyo incondicional de su familia, aunque a su madre Pauly le costó aceptar en un principio.
Con apenas 15 años, sorprendió en su debut, clavando el segundo mejor tiempo en la general de un rally, en las canteras de Lobar y ahí nomás, en la segunda etapa, un vuelco que terminó siendo un revolcón y cuenta nueva.
Su padre siempre recuerda: “si no le hubiera visto condiciones a Pablo, le compraba un 128 y no lo dejaba subir a un pura sangre, que por aquel entonces era un clase A 7”.
Y no lo defraudó. En poco tiempo vinieron las grandes conquistas a nivel noroeste argentino.
Allí estuvo el gran acierto, competir en distintos escenarios, en terrenos serranos y montañosos, caminos a los que muchos le temen y en los que Pablo saca a relucir toda su sapiencia y experiencia.
Además de las condiciones innatas, Pablo Peláez tuvo constancia, perseverancia, disciplina, humildad y sacrificio, que en el día de hoy mantiene y resultan inalterables.
Nadie le regaló nada. Detrás de sus grandes logros hay una historia, que la iremos relatando paso a paso, porque merece ser contada.
Además de caminos y distancias, el piloto que nació hace 28 años en el Barrio Jardín, tuvo que sortear innumerables escollos, a fuerza de sacrificio y esfuerzo. Un triunfador y un ejemplo, en la vida y en el deporte. 

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