A MODO DE PRESENTACION

No hay recetas mágicas. Tampoco tácticas y estrategias que se puedan elaborar en una oficina. Hay que proponerse y animarse, con fé, alegria y esperanza. Sin miedos, dejando de lado la cultura del temor. Superando el "no se puede" y recuperándose ante la adversidad. En la vida y en el deporte, jamás debemos olvidar ni renegar de nuestros orígenes. Saber quienes somos, a donde vamos y a donde queremos llegar, con humildad y sacrificio. Pablo Peláez

martes, 18 de septiembre de 2012

DE CHANGUITO NAVEGANTE A ESTE GRAN PILOTO

FOTO DE JOSE MARIA CABRERA DE CATAMARCARALLY.COM.AR
Por los caminos de Tucuman y Catamarca se corría el Codasur, con grandes pilotos internacionales, entre ellos Carlos Reuteman. El "Lole" se había bajado por un momento de la Formula 1 para jerarquizar esa competencia con un Fiat Abarth. Quien esto escribe tenia sierta amistad con el santafecino, producto de tanto cubrir su carrera en la máxima categoría del automovilismo por todo el
 mundo. En un aparte le pregunte por su manejo prolijo, medido. Recuerdo que me contesto: "No te olvides que vengo de la escuela de la Formula 1; mis radios de giro son calcados. Mis derrapes no son espectaculares, pero si efectivos. Cuando uno maneja para la gente viene desarmado, de costado, con la cola afuera y se pierden valiosos segundos; ahora si manejas para ganar, tomas una curva derrapando, pero bien armado, prolijo, ahí ganas tiempo". Y es el caso de Pablo Pelaez. La foto lo demuestra, va derrapando con el auto cruzado, pero prolijo. Da espectáculo, pero mesurado, sin estridencias. Es ahí en donde se ganan las carreras.
LA HISTORIA VUELVE A REPETIRSE
Pago natal del recordado obispo Gerardo Sueldo, Londres es un pintoresco pueblito de las serranías catamarqueñas a escasos kilómetros de Belén. Rodeado por plantas de olivos y nogales, en sus calles se pueden ver ponchos y colchas tejidas en antiguos telares. El "Ruso" Pelaez, padre de Pablo supo ganar en ese lugar y su acompañante era el hoy múltiple campeón, con apenas 13 años. Fue por eso que las autoridades de la prueba le regalaron a Pelaez padre un minuto único, entregarle a su hijo el trofeo ganado el domingo pasado. Las lágrimas y un prolongado abrazo soldaron a dos generaciones de pilotos, que saben de sacrificios y privaciones, cuando falta el mango, pero la pasión sobra.
Ya de regreso a Santiago se desoldo el enganche del traile, en el mismo lugar a donde años atrás, cuando el Ruso retornaba a Santiago como triunfador y el changuito Pablito como navegante tuvieron un idéntico percance. Creer o reventar
                                                                                                                                         AP

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